El gran derrotado fue Juan Debandi, candidato peronista que volvió a quedar relegado en su propio distrito. Pese al respaldo de la estructura provincial y nacional, el dirigente no logró revertir la tendencia adversa que ya había sufrido en elecciones anteriores.

En las elecciones de medio términodel 7 de septiembre en la provincia de Buenos Aires, los votantes de Tres de Febrero dieron una señal clara: Fernando Ramos (La Libertad Avanza) se impuso en su propio territorio con el 45,67 % de los votos, frente al 41,25 % obtenido por Juan Debandi (Fuerza Patria). La diferencia, ajustada pero contundente, refleja un nuevo traspié del peronismo local.
El escrutinio marcó casi el 100% de mesas escrutadas en el distrito.
¿Boleta única?
En estas elecciones se utilizó boleta única, es decir, cada elector emite un solo voto en una lámina que incluye a todos los cargos. Entonces, estrictamente no hay “corte de boleta” como en sistemas con boletas separadas —aunque el efecto fue el mismo: el voto por la fuerza ganadora provincial (Fuerza Patria) no se tradujo en respaldo al candidato local peronista, Juan Debandi.
Tres de Febrero le dio la espalda a Debandi
Pese a que Fuerza Patria se impuso a nivel provincial con alrededor del 47 % de los votos (entre 47,18 % y 47,28 %) frente a La Libertad Avanza (33,7 %), el escenario local fue diametralmente opuesto.
Este resultado subraya una realidad política clara: el peronismo provincial arrasó en gran parte de la provincia, pero en Tres de Febrero sus candidatos locales no convencen al electorado, incluso empleando el formato de boleta única, que debería favorecer el arrastre de voto.
El aparato no alcanza
El candidato contó con respaldo provincial y nacional. Con recursos, militancia y estructura. Nada alcanzó. El mensaje de las urnas fue más fuerte que cualquier aparato. El vecino de Tres de Febrero ya había castigado a Debandi antes. Esta vez lo volvió a hacer, y lo hizo en el peor escenario: mientras el resto del peronismo celebraba. El contraste con los números provinciales es un cachetazo. Mientras el oficialismo puede mostrar una victoria contundente en Buenos Aires, Tres de Febrero queda marcado como una excepción dolorosa. Una isla de resistencia al peronismo, justo en la tierra de uno de sus propios referentes.
Una advertencia feroz
El resultado de Tres de Febrero no es solo un tropezón local. Es un espejo para el peronismo bonaerense. Porque si un candidato no puede sostener su territorio mientras el resto del partido crece, el problema no es la ola: el problema es el candidato.
El vecino habló, y habló fuerte. Eligió a Ramos, el ¿heredero de Valenzuela?. Eligió marcar la diferencia. Eligió darle la espalda a Debandi, otra vez.