Miércoles, 17 Mayo 2023 15:01

De poder elegir y mutar, de Sartre a mi mejor amigo

Cuanto de lo que somos es una elección y cuanto es en verdad lo que otros hicieron de nosotros. En esta nota de opinión repasamos lo que llevamos puesto y lo que se puede incorporar.

  A menudo me topo con la sensación de estar naturalizando conceptos, y formas de percibir, tanto mi vida como la realidad, que ya no me representan o mejor dicho, no representan al tipo que yo deseo ser. Considero que en múltiples instancias de la vida, pero sobre todo alrededor de los veintialgo, uno se enfrenta con la necesidad de delimitar y preguntarse: Cuanto de lo que soy es lo que hicieron de mí y cuanto es lo que yo deseo ser. El filósofo francés, Jean-Paul Sartre, expone esta situación con, tal vez, una de las frases mas precisas de la historia del análisis de la condición humana, el autor francés enuncia: “Cada hombre es lo que hace con lo que hicieron de él” y allí es donde se encuentra el punto de inflexión. No es redundante esclarecer que lo que hicieron de uno apunta a los valores, los criterios y la subjetividad que uno incorpora y vuelve propia de su entorno (familia, cultura, contexto sociopolítico), desde la más temprana edad.

  Sartre advierte que es justo allí, en la delimitación y el revisionismo de uno mismo, donde comienza cierta pretensión de libertad, en el punto exacto en el que se comienza a elegir lo que se quiere ser; podríamos cuestionar esa supuesta libertad ya que siempre se encuentra condicionada por el entorno pero será asunto de otro momento. incorporándonos nuevamente en lo cotidiano es sumamente visible esta cuestión, en múltiples situaciones nos topamos con la sensación de estar percibiendo un recorte de la realidad de una manera que no nos complace, que poco tiene que ver con lo que intentamos ser y que en verdad está muy emparentada con lo que todavía nos queda de lo que hicieron de nosotros.  

 Sartre y mi mejor amigo

 Seba, sebi o cabezón, como suelo llamarlo, es mi mejor amigo desde aquellos momentos preadolescentes, en los que uno define con exclusividad y sin cuestionarse demasiado cuál es su mejor amigo. Con seba compartimos casi todos los momentos desde mediados de la escuela primaria hasta hoy, aunque ya no somos tan habituales y se nos escapan situaciones del otro, no hay grandes diferencias entre nuestra relación actual y la que teníamos con apenas catorce o quince años. Vacaciones en San Bernardo, miedos, futbol, amores y un sinfín de situaciones establecen nuestro vinculo pero el aspecto, no siempre negativo, que habitaba en cada espacio de nuestra amistad era y en circunstancias aun es la competencia. Ese sentimiento sumamente impregnado de competencia entre nosotros, de buscar establecer en cada circunstancia quien era mejor que el otro estuvo allí siempre, con el paso del tiempo buscamos racionalizarlo y en algunos momentos super incomodos, también intentamos ponerlo en palabras.

 Hace unas semanas, en un encuentro de futbol en el cual ambos participamos junto a otros amigos, Seba tuvo una actuación espectacular, fue rápido, preciso y daba la impresión de que la pelota había establecido un vínculo inquebrantable con él. Como es de esperarse, siguiendo lo dicho en el precedente párrafo, con Seba nunca jugamos juntos, somos rivales y en circunstancias enemigos, en el futbol es donde hoy, ya mas adultos, seguimos poniendo en marcha nuestra dinámica de competencia. Durante el partido, pude encontrar un lugar, una sensación y posteriormente un conjunto de palabras, que como dijo Sartre, tienen más que ver con lo que elijo ser y no con lo que soy o hicieron de mí.

  Pude disfrutar muchísimo de ver a mi mejor amigo en plenitud, no quiere decir que antes no lo haya hecho, pero esta vez y no es un detalle menor, ese disfrute fue consciente. No me pedí ser mejor que él, no compare su actuación con la mía y fui dichoso al percibirme en ese lugar, desde donde contemple el éxito ajeno con entusiasmo y sin medirlo con el mío.

 JPL

 

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