El ataque que sufrió el supermercado de la familia Rocuzzo por parte de narcotraficantes para nada es un hecho aislado en la Ciudad de Rosario. Lamentablemente, el apodo que tiene localidad santafesina tanto como la mala fama de ser "la ciudad del narcotráfico" demuestra ser real cuando se conocen estos casos.
Esta es la insólita historia de una profesora que la confundieron con un narco. Cecilia es una docente rosarina, madre de dos bebés, que le tocó vivir un infierno en vida. Este martes, mientras se encontraba en su casa junto a sus pequeños, empezó a escuchar ruidos parecidos a disparos. Acostumbrada a la situación, se redujo a cerrar todas sus ventanas y esperar que el enfrentamiento pase. Sin embargo, algo inesperado ocurriría. Por abajo de su puerta le enviaron una nota con el siguiente presagio: "Arami, traicionaste a la mafia. Pagá las cagadas o vamos por tu mamá".
Ahí es cuando se dio cuenta que los disparos que antes escuchó habían impactado en las afueras de su casa, poniendo en riesgo la vida de ella y de sus hijas.
"¿Sabes que es lo peor?, que yo tengo dos puertas de entrada y los tiros atravesaron las dos puertas e impactaron en el cantero que tengo en el patio, en donde juegan mis hijas todos los días", expresó Cecilia en diálogo con la periodista Cristina Pérez.
Atónita por la brutal situación y sin saber que hacer, llamó a la policía y se alojó en la casa de una amiga hasta que pase el susto. Los mismos efectivos policiales fueron quienes le aconsejaron a la víctima llamar a los medios para visualizar la situación y poner un cartel aclarando que ella y su familia no tenían nada que ver con el asunto.
Y así lo hizo, increíblemente, a Cecilia no le quedó otra opción que colocar un cartel en la fachada de su casa para hacerle saber a los delincuentes que ella nada tenía que ver con el ajuste de cuentas: "Yo no soy Arami.. SE EQUIVOCARON!! Mi nombre es Cecilia, soy maestra y hace un año y medio que alquilo acá. TENGO DOS BEBÉS!!", escribió y colgó en la puerta de su casa la docente.
La damnificada continúa asustada y reza por que los tiradores no vuelvan a pasar por su casa. O que, por lo menos, lean el mensaje que les escribió.
Rosario, la Ciudad donde los vecinos y los narcotraficantes se envían notas escritas.