Martes, 08 Septiembre 2020 14:08
Son esos que se encuentran en los ojos de los otros
No todos vibramos con lo mismo, cada uno sabe como administra sus lágrimas y sus enconos. Algunos entregan sus emociones a la acumulación de billetes a los que le otorgan un valor mucho mayor del que en verdad tienen. Hay otros que ocupan la totalidad de sus sentimientos en acciones livianas, en montajes artificiales y puestas en escena donde se encuentran mucho más cómodos que en la realidad.
Algunos estallan con chispas minúsculas, otros son volcanes siempre latentes. Hay quienes se conmueven por las cosas y quienes prefieren la gente. Están los gélidos, los incandescentes, los apáticos, los de carcajada estridente o enigmática sonrisa como si fueran descendientes de la legendaria Mona Lisa.
Felizmente desiguales nos movemos a tientas por los pasillos de un mundo que nunca termina de acomodarse frente a nosotros.
En esas inestables tinieblas estiramos los brazos buscando algo que nos oriente, algunos son felices si alcanzan una moneda, otros conservan la esperanza de encontrar un compañero, aquel que tiemble con los mismos latidos del suelo que lo sostiene.
Pero si hablamos de lo que en verdad importa están los desquiciados a los que se les inunda la mirada ante un puñado de palabras que les llegan hasta el torrente de las venas como un río que les desborda el continente. Son esos que encuentran en los ojos de los otros lo que no hay en los bolsillos de nadie, los que a pesar de todo mantienen viva la sospecha de que podemos ser mejores sin tantas cosas, los que celebran un abrazo y justifican la vida cada día. Los que no aceptan el destino de pasar en vano y agotar sus días en una espera absurda.
Los que son más felices frente a un cuadro que en la cola de algún banco. Los que todavía se sorprenden con la danza universal que nos pone a girar en el sueño y la vigilia.
No se usted, pero a mí me gustaría reconocerme algún día como uno de ellos.
...alejandro ippolito...
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Editorial