Jueves, 11 Febrero 2021 11:33

"Me mandé una cagada"

Por: Paula Gimenez Por: Paula Gimenez Filo News

Nuestro asesinato no es un error sino la consecuencia de una sociedad que aún cree que las mujeres somos inferiores. Cuando Matías Martínez mató a Úrsula, a los segundos de haberlo hecho, llamó a su tío y le dijo "me mandé una cagada". No es la primera vez que escuchamos esto. Desde los medios de comunicación hasta la vecina, muchas veces después de un femicidio o una golpiza, sostienen que el varón no sabía lo que hacía y que ese golpe final simplemente "se le escapó".

Históricamente las mujeres fuimos construidas desde las teorías, como eso otro que no es un varón, que salimos de una costilla, que somos un misterio. Así se configura lo femenino, como algo que tiene menos valor que lo masculino.

No es grave que una mujer pierda la vida pero sí que un varón vaya preso por eso. Pasa mucho en los medios de comunicación, en la Justicia y en el boca en boca, que se termina afirmando que, cuando se acusa a algún hombre de violento, que le están cagando la vida, valorando más la situación de él que la de la víctima.

La forma en que comunicamos lo que comunicamos, es clave para entender por qué esto continúa perpetuándose.

Un varón mata a una mujer cada 20 horas en nuestro país, las mujeres no mueren por casualidad, los cuerpos no aparecen sin vida como por obra de magia. Hay un hombre que lleva a cabo este asesinato y hay una sociedad, toda, que durante años minimizó cada femicidio. Que espectacularizó cada caso, que puso y pone el foco en la víctima y no en el victimario. Que echa culpas sobre nosotras y que se apiada de quienes cometen este genocidio a cuenta gotas porque "pobre, no se pudo controlar".

Pongamos las cosas en claro: quienes cometen estos actos cruentos son los varones. Puede ser un amigo tuyo, un vecino, un padre. Conocemos muchas Úrsulas, ¿y Martinez? ¿Cuántos conocemos?

No somos una cagada que se mandan, nuestro asesinato no es un error sino la consecuencia de una sociedad que aún cree que las mujeres somos inferiores, sexualízalas y victimarias de nuestro propio destino.

Y de eso, varones del mundo, hay que hacerse cargo.

 

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